Evangelizarse para ser evangelizadores: VII Curso de verano de Misionología

  • On 8 de julio de 2019

OMPRESS-SEGOVIA (8-07-19) El domingo 7 de julio ha tenido lugar la clausura del VII Curso de verano de la Cátedra de Misionología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid. En él han participado 17 alumnos procedentes de Granada, Ciudad Real, Madrid, Pamplona y Sevilla; el grupo se componía de laicos, religiosas, seminaristas y misioneras. En su intervención en la clausura, el Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias en España, José María Calderón, agradeció a los alumnos su interés por la misión y la asistencia, entregando los diplomas acreditativos de su asistencia de este curso de verano.

El Curso ha durado del 3 al 7 de julio y se ha realizado en Segovia. El profesor Gregorio Aboín impartió la asignatura “Una Iglesia nacida de la misión y al servicio de la misión”; así mismo el profesor Juan Carlos Carvajal, el profesor Juan Martínez y el director nacional, José María Calderón, hablaron respectivamente sobre el anuncio del evangelio a los pobres, la misión ad gentes en la acción evangelizadora de la Iglesia y el Mes Misionero Extraordinario.

Los alumnos en la clausura destacaron que estos días han alternado la formación sólida, a la vez que concreta y práctica, con la oración y los momentos celebrativos. También resaltaron el valor de la convivencia y del testimonio recíproco, con la puesta en común de sus experiencias misioneras. Han señalado que el Curso de verano es una gran ayuda para renovar el espíritu misionero y tomar fuerza para la misión, ya que a veces se encuentra incomprensión y poca acogida a la animación misionera. Algún seminarista afirmó que sería necesario que se explicaran los temas misioneros en todos los seminarios. Otra persona destacó que le había causado gran impresión descubrir que somos misioneros por el bautismo y que la Iglesia no es una ONG, sino que debe evangelizarse a sí misma para ser evangelizadora. Para algunos en el Curso se ha podido palpar la riqueza de la Iglesia universal, y otro asistente afirmaba que había supuesto una conversión personal para renovar la conciencia misionera.

En conclusión, hay que agradecer que año tras año la celebración del Curso de verano supone, para las personas que participan, una oportunidad de conocer más de cerca la actividad misionera de la Iglesia, descubrir los inmensos horizontes de la misión y las diversas formas de cooperar con la misión universal de la Iglesia. El director de la Cátedra y el equipo de coordinación valoran, pues, muy positivamente el esfuerzo que supone cada nueva edición del Curso de verano porque el fruto que se da tiene un extraordinario valor para incrementar el espíritu misionero en la Iglesia, que es el fin de la Cátedra.

 

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