La misión y los misioneros han enriquecido a la diócesis de Burgos

  • On 8 de julio de 2019

OMPRESS-BURGOS (8-07-19) El sábado por la tarde el arzobispo de Burgos, Mons. Fidel Herráez, presidía la Misa en honor de la hermana Inés Nieves Sancho, misionera burgalesa, asesinada en la República Centroafricana, el pasado 19 de mayo. La Misa se celebró en la Capilla de Santa Tecla de la Catedral. Además de esta, los misioneros y quienes aman las misiones tienen otra cita el próximo 13 de julio. Será el Día del Misionero Burgalés y para este día ha escrito una carta Mons. Herráez, en la que valora lo que ha significado y significa para Burgos la misión y los misioneros:

“El próximo 13 de julio nos reuniremos en Roa para celebrar la cita anual del Día del Misionero Burgalés. El lema que hemos escogido es: «Bautizados en la fe y enviados a evangelizar». Este encuentro servirá para orar por nuestros misioneros. También para dar gracias por el recorrido misionero de nuestra Diócesis que nos debe de estimular a mantener viva esta gozosa seña de identidad y a promover las vocaciones misioneras hoy.

En 1919 el Papa Benedicto XV publicaba su encíclica Maximum Illud. Se trata de un documento fundamental en la teología de la misión, pues buscaba promover en las iglesias particulares las vocaciones misioneras y la formación de las vocaciones nativas. En conmemoración de este aniversario, el Papa Francisco ha convocado para el próximo octubre un Mes Misionero Extraordinario. Se trata de una iniciativa que busca favorecer el encuentro personal con Jesucristo, saborear el testimonio de los misioneros y promover la formación bíblica y teológica en torno a la misión y la caridad misionera.

Aquel documento encontró en Burgos la tierra abonada. Previamente, en abril de 1919, el mismo Papa Benedicto XV había dirigido al entonces arzobispo de Burgos Juan Benlloch una importante carta que ha marcado la idiosincrasia de nuestra Diócesis. Ya existía en nuestra ciudad el Colegio de Ultramar, fundado por el canónigo Gerardo Villota, en el que se preparaban sacerdotes diocesanos para las misiones. Pero con aquella carta, el Papa encomendaba a mi antecesor la tarea de «procurar que dentro de los muros de Burgos se formen aptos para el caso, jóvenes escogidos del Clero que se sientan llamados por Dios a evangelizar…».

Este encargo, balbuciente en sus inicios, no ha dejado de dar muchos frutos. El Seminario de Misiones, fundado en Burgos como cauce misionero del clero secular español, ha acogido desde los inicios a jóvenes provenientes de toda la geografía española, para ser enviados a los cinco continentes a anunciar la Buena Noticia del Evangelio. Este Seminario, que fue el núcleo central de todo el movimiento misionero de la Diócesis, sirvió para fundar y regular las Asociaciones de la «Santa Infancia», la «Propagación de la fe» y la «Unión Misional del Clero» en todas las parroquias.

Este dinamismo misionero ha enriquecido mucho a nuestra Iglesia diocesana. Hoy podemos decir que contamos con 646 misioneros en 68 países presentes en todos los continentes, lo cual ha configurado nuestra diócesis con un carácter aperturista y universal. Además, a través de nuestras instituciones seguimos colaborando con la actividad misionera de la Iglesia. La Facultad de Teología lo hace admirablemente en el campo de la formación. Ella es la encargada de la organización de semanas y simposios a través de su Instituto de Misionología y ofrece becas y formación para sacerdotes nativos. La Delegación de Misiones promueve la animación misionera en la infancia y juventud de la diócesis y vincula, a través de sus correos y contactos frecuentes, a la Iglesia diocesana con sus misioneros y sus trabajos y preocupaciones. A ello contribuye, como constato en mis visitas pastorales, la existencia de algún misionero en muchos de los pueblos y parroquias, que tienen la suerte de compartir durante sus tiempos de vacaciones los relatos de la vida misionera.

El encuentro que vamos a tener en Roa también nos posibilitará poder rendir un pequeño homenaje a todos nuestros misioneros por haber comprendido que la puerta del bautismo por la que un día entraron en la Iglesia no suponía adquirir derechos, sino aceptar el reto de ser enviados de Dios. Junto a los misioneros presentes, estarán muchos de sus parientes y conocidos, formando esa gran familia misionera que es nuestra Diócesis.

Como tal familia, «bautizados en la fe y enviados a evangelizar», nos encomendamos a Santa María, la primera misionera, para que Ella nos enseñe a vivir la fe con alegría y a proclamarla con esperanza a cuantos compartan con nosotros la vida de cada día”.

 

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