Los misioneros franceses que se enamoraron de Taiwán: los hermanos Cuerq
- On 7 de noviembre de 2018
OMPRESS-TAIWÁN (7-11-18) Los misioneros franceses del MEP siguen adelante con su apuesta por los discapacitados en Taiwán, con un nuevo centro para ellos. Los MEP, por Misiones Extranjeras de París, son sacerdotes volcados en la misión ad gentes, herederos de grandes misioneros que dedicaron su vida a la evangelización sobre todo de África. Santa Teresa de Lisieux tuvo varios hermanos espirituales MEP, misioneros en China, por los que rezaba desde el Carmelo.
En la localidad de Yuli, en la costa este de esta isla, está el centro para discapacitados André Cuerq, que lleva el nombre de un gran misionero, este sacerdote, dedicó gran parte de su vida a la misión en Taiwán, tras ser expulsado por el gobierno dictatorial de Birmania. El centro, dedicado a niños y jóvenes discapacitados – al que en su honor acabaron poniendo su nombre – fue el primero de su clase en todo Taiwán.
Hoy, como cuenta el padre Yves Moal, también el MEP, tras treinta años de existencia del centro, han querido ampliarlo para que acoja también a adultos y mayores. Comenzaron la ampliación hace casi dos años, con el respaldo del vicepresidente de la República de Taiwán, Chen Chien-Jen, un ferviente católico, que dio el primer impulso económico. Los taiwaneses han puesto la mayor parte de los casi tres millones de euros que ha costado la ampliación. Como explica el misionero, “gente acomodada, pero también gente común, nos ha apoyado hasta el final el proyecto, sin distinción de creencias religiosas o razas”. Por eso, añade, “agradezco a Dios por darme la oportunidad de conocer a tanta gente solidaria con los más pobres. El espíritu del Reino de Dios obra en todas partes”.
André Cuerq, fallecido en 1999, tenía un hermano también misionero en Taiwán y también miembro de las Misiones Extranjeras de París. Se llamaba Gérard y falleció el pasado enero. Los hermanos eran de Montbeton, una pequeña localidad al norte de Toulouse. Gérard dedicó su vida misionera, sobre todo, a la población aborigen inicial de Taiwán, la que vivía en la isla antes de la llegada de los chinos. Son los amitsu y, en la línea de tantos misioneros de la historia, se convirtió en una eminencia en la cultura de esta minoría. Hablaba amitsu y chino con absoluta fluidez, por lo que elaboró el primer diccionario chino-amitsu de la historia.
En 2002, la Fundación cultura Franco-China otorgó un premio a la MEP, por su trabajo humanitario y social, con los aborígenes de la isla, en la que reconocía la labor sin igual de estos misioneros a favor de los amitsu, el 2% de la población de Taiwán.