Sínodo de los Jóvenes: La misión, brújula para los jóvenes
- On 30 de octubre de 2018
Sínodo de los Jóvenes: “Gracias a todos los que habéis participado en este “caminar juntos”. Que el Señor bendiga nuestros pasos, para que podamos escuchar a los jóvenes, hacernos prójimos suyos y testimoniarles la alegría de nuestra vida: Jesús” Papa Francisco.
En el Documento final del Sínodo de los Jóvenes, los Padres sinodales constatan que el camino del Sínodo de los Jóvenes -el caminar junto al Sucesor de Pedro- ha sido muy fructífero: “nos ha confirmado en la fe y nos ha revitalizado en el entusiasmo de la misión” (n. 1). Más allá de la indudable repercusión que tendrá esta Asamblea del Sínodo en la pastoral con jóvenes, el Documento final hace entrever que Francisco quiere un cambio de rumbo y que la Iglesia recupere su juventud. No se trata de estrategias para hacer que los jóvenes participen más en la vida y misión de la Iglesia. El Papa quiere “una Iglesia joven”; tal es el subtítulo de la tercera parte del Documento. Sabemos que -para el Santo Padre- una Iglesia joven es una Iglesia que hace “opciones por una conversión espiritual, pastoral y misionera” (n. 4). Para ello el Papa propone continuar la experiencia del camino sinodal; reto que aceptan los Obispos: “La puesta en práctica de una Iglesia sinodal es el presupuesto indispensable para un nuevo impulso misionero que abarque a todo el Pueblo de Dios” (n. 118). Y añaden los Padres sinodales: “Estamos convencidos que tal opción […] permitirá a la Iglesia, por gracia de Dios, ser y aparecer más claramente como la ‘juventud del mundo’” (ibíd.).
Con este trasfondo las palabras del Papa Francisco cobran toda su profundidad e importancia porque son la invitación a mirar adelante, hacia el futuro dejando atrás lo sucedido en el pasado. El Documento final, siguiendo el relato de los discípulos de Emaús, propone que la Iglesia camine con las personas (capítulo I), para que se le bran los ojos (capítulo II) y se ponga en marcha sin titubeos (capítulo III).
De ahí que la propuesta del Documento final de la Asamblea del Sínodo de los Jóvenes no tenga reparo en proponer a los jóvenes “la existencia bajo el signo de la misión” (n. 69), citando al papa Francisco que siempre que se dirige a los jóvenes les invita a pensar su propia vida en el horizonte de la misión. En este sentido afirman: “La misión es una brújula segura en el camino de la vida, pero no es un navegador, que muestra anticipadamente todo el recorrido” (n. 70), ya que la libertad del joven “debe ser siempre puesta en valor con valentía y acompañada con gradualidad y sabiduría” (ibíd.). Por eso, “evitando engañar a los jóvenes con propuestas minimalistas o ahogarles con un conjunto de reglas que dan una imagen reductiva y moralista del cristianismo, estamos llamados a invertir en su audacia y educarles para asumir sus responsabilidades, seguros de que también el error, el fracaso y la crisis son experiencias que pueden reforzar su humanidad” (ibíd.).
La Misión se puede decir que es una brújula para los jóvenes y para toda la Iglesia, para orientarse en esta una “nueva etapa evangelizadora” (EG 1) que el Santo Padre está pidiendo que inicie la Iglesia. Los padres sinodales constatan que en este Sínodo “la Iglesia en su conjunto […] ha elegido ocuparse de los jóvenes, ha hecho una opción muy precisa: considera esta misión una prioridad pastoral” (n. 119). Es, pues, un cambio de orientación muy significativo el que se está pidiendo a la Iglesia; para eso, la misión es la brújula más fiable.
Con este objetivo el Documento final del Sínodo de los Jóvenes resalta -en continuidad con el documento de trabajo- la importancia de la escucha, del acompañamiento pastoral y el discernimiento vocacional de los jóvenes. El fruto de ello será una más intensa participación de los jóvenes en la vida y misión de la Iglesia. El Documento final señala tres importantísimos campos de acción misionera de los jóvenes: la novedad del ambiente digital, los emigrantes como paradigma de nuestro tiempo y cómo reconocer y reaccionar ante todo tipo de abuso (nn. 21-31).
Los Padres sinodales invitan a los jóvenes a la misión con los demás jóvenes: “Tal apostolado permite llevar el evangelio a personas a las que difícilmente se alcanzaría por la pastoral juvenil ordinaria e contribuye a hacer madurar la misma fe de los que se comprometen” (n. 56). De una pastoral juvenil así el fruto será que tanto la parroquia (n. 18) como la familia (n. 72) serán cauces para una propuesta vocacional y misionera. La formación para ser discípulos misioneros es un elemento esencial en este camino vocacional (n. 160); para ser una formación integral, “el Sínodo propone la puesta en valor de las experiencias de misión de jóvenes” (ibíd.), que incluye el envío en misión.
El Documento final del Sínodo de los Jóvenes pone de manifiesto el ejemplo de “muchos consagrados y consagradas que cuidan de los últimos en las periferias del mundo” (n. 88); ellos son ejemplo de “una Iglesia en salida” (ibíd.). Los misioneros son una luz que puede iluminar a los jóvenes en su camino vocacional.
El compromiso de las Obras Misionales Pontificias es de una propuesta de animación y de formación misionera que renueve a las comunidades cristianas. Parte esencial de su actividad se dirige a los jóvenes ellos son un importante factor de renovación y de revitalización de la vida y la misión de la Iglesia. Las actividades de animación y de formación así como de colaboración en la misión de los misioneros y misioneras es una aportación esencial para que desarrollen la dimensión misionera de la fe en Cristo que recibieron por el bautismo (n. 61).
El Documento final de la Asamblea del Sínodo de los Obispos ofrece pistas muy interesantes para la reflexión y el compromiso pastoral. Como suele ser habitual, basadas en ellas el papa Francisco redactará una Exhortación Apostólica Postsinodal que esperamos con ansia. Porque ciertamente en ella desarrollará con acierto y sabiduría pastoral las líneas necesarias para que la Iglesia de hoy haga una opción clara por la renovación espiritual, pastoral y misionera. Será la brújula que la Iglesia necesita para orientarse mejor para ser una Iglesia en salida hacia los más necesitados del Evangelio y del Amor de Dios.