Una misionera sobre la situación social en Nairobi
- On 3 de julio de 2025
OMPRESS-KENYA (3-07-25) La revista Popoli e Missione de las Obras Misionales Pontificias de Italia publica el testimonio de misionera laica Elisa Lupi. Esta misionera, madre de cinco hijos, vive con su marido en Nairobi y está siendo testigo del caos y la violencia que se está viviendo allí. Las protestas de las últimas semanas dieron como resultado 16 fallecidos y medio millar de detenidos.
Elisa es misionera de la Comunidad Papa Juan XXIII. Ginecóloga, ella y Federico Sibona, su marido, participan en un proyecto de empoderamiento para mujeres rescatadas de la prostitución en las numerosas discotecas del barrio “Githurai 45”, un suburbio marginal de la capital de Kenya.
Como explica Elisa, hay una clara separación entre los ricos y los muy pobres, entre quienes lo tienen todo y quienes no tienen nada. Una brecha física y social, agravada por la corrupción, los impuestos y las obligaciones regulatorias. Las leyes castigan a quienes trabajan ilegalmente (el 80% de la población) y premian a los corruptos. “Cuesta comer y los excluidos dicen que el mercado está seco. Hay poco que rascar en el fondo del barril: en Kenya, las cosas han empeorado en comparación con el año pasado. Los jóvenes han vuelto a salir a las calles también por esta razón”.
Quienes viven con un dólar al día –129 chelines kenianos, para ser exactos–, ven que cada día compran menos productos, explica la misionera italiana. “Nuestras chicas cuentan las monedas en sus bolsillos al final del día y, según cuántas tienen, deciden qué comen y qué no comen al día siguiente”. Elisa coordina un proyecto de empoderamiento para mujeres rescatadas de la prostitución en las numerosas discotecas del barrio. Se trata de “Githurai 45”, el Bronx de Nairobi: “Un barrio feo y difícil, con una pobreza enorme y una violencia extrema”. De hecho, explica a la periodista Ilaria De Bonis, “una de las protestas del 26 de junio tuvo lugar precisamente aquí, a pocos metros de la sede de nuestro proyecto, y ese día cerramos todo porque no era prudente permanecer abiertos”.
Ella y su marido, Federico Sibona, entienden el sentido de las revueltas porque, según dicen, “por fin la gente ha levantado la cabeza y esto es algo muy bueno para el país”. “Nadie está satisfecho con las políticas de Ruto; todos creen que es correcto luchar por los derechos de los pobres”, explica Elisa. Al menos doce personas fueron asesinadas por la policía en esta ocasión: “Pero en este momento las fuerzas del orden están en tensión: los jóvenes lo graban todo con sus móviles y los vídeos de la violencia están acaparando titulares en todo el mundo”.
La clase media y el proletariado más pobre están unidos en esta lucha: “Por primera vez, se ha ido más allá de las divisiones tribales”. La primera protesta en Kenia comenzó hace exactamente un año, cuando el gobierno anunció un presupuesto “a sangre y fuego”, con un aumento en los impuestos a la harina, el azúcar y el pan. Si bien la ley fue modificada, los precios de los productos básicos subieron de todas formas. “El IVA de los medicamentos e incluso del pan está subiendo, pero nadie te lo dice”, advirtió el miércoles pasado Gathoni Wamuchomba, parlamentaria de la oposición. “Están modificando otras leyes para facilitar el aumento de impuestos y la eliminación de incentivos. Hay muchas cosas que se ocultan al público y, por lo tanto, tenemos que leer entre líneas el presupuesto de 2025”.
“Este gobierno ya ha aprobado leyes contra los pobres”, confirma Elisa Lupi. Son medidas que penalizan a quienes no tienen nada. “A una de las chicas que logramos incluir en nuestro proyecto de recuperación, por ejemplo, se le impidió vender sus productos en la calle. Pero así no hay futuro”. No se tolera a los vendedores ambulantes sin licencia pero en África el comercio informal lo es todo.