Un misionero mexicano en Gante

Un misionero mexicano en Gante

  • On 7 de octubre de 2022

OMPRESS-BÉLGICA (7-10-22) Ordenado sacerdote este mismo año en su ciudad natal, Monterrey, Orlando García Duarte es un misionero mexicano que ejerce su ministerio en la diócesis belga de Gante, donde se encarga de la Pastoral Juvenil de esta diócesis, ahora que se acerca la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. Lleva ya cuatro años en la diócesis de Gante, y cuando era diácono, le llamaban ya el “cura bromista”.

En un testimonio en kerknet, la página de noticias la Iglesia belga, cuenta como sintió la llamada de Dios, su vocación, cuando tenía 15 años. Se fue a confesar y después sentí “que algo había cambiado. Crecí como persona y como cristiano y me mantuve en contacto con mi confesor, que todavía es una roca en el oleaje. Estuvo allí el verano pasado durante mi ordenación sacerdotal. Tenemos ideas similares en muchos sentidos, amamos a Dios y a las personas y ambos estamos un poco locos. Antes quería ser carpintero o biólogo marino. También consideré ser bailarín, pero al final elegí el seminario”. En su vocación tenía la certeza de que Dios estaba ahí y eso fue suficiente para él. Ahora reconoce que “me entrego a lo que hago y estoy feliz de usar mis talentos para hacerlo. Eso es todo lo que puedo dar. Cada uno de nosotros es un regalo de Dios para otras personas”.

Preguntado si, como sacerdote misionero, se siente conectado con los misioneros que, en el pasado, viajaron desde Bélgica al resto del mundo, Orlando responde que, “como católicos, como hijos de Dios, todos somos misioneros. No tienes que ir a otro país para convertirte en misionero. He salido, pero también podría ser misionero en México. Aunque la naturaleza de la misión es diferente, el núcleo es el mismo. Bélgica ya ha sido evangelizada, aquí no tengo que anunciar la buena nueva por primera vez. Vengo a participar en la renovación de la Iglesia en Flandes. Esa es una misión hermosa”.

En su testimonio dice que “una misión sin la palabra de Dios no es una misión”. Reconoce que “no voy a todas partes con la Biblia en la mano, pero sí descubro junto con la comunidad de fe qué grande es el Amor de Dios. Eso es evangelizar”.

Recuerda cómo empezó su vinculación con Gante. El obispo de la diócesis, Mons. Luc Van Looy, viajó a México para pedir seminaristas que fueran a Flandes. El padre Orlando era entonces secretario y chófer del Arzobispo de Monterrey: “y le dije que me iría si me lo pedía. Espontáneamente, sin pensar. Antes nunca había pensado en salir, ni siquiera a otro lugar de México. Poco después ya estaba en un avión”.

En cuanto a las diferencias entre la misión en Bélgica y en México, el joven sacerdote explica que en su ciudad natal, “no planificamos con tanta antelación. No estábamos tan apegados a una estructura. Si queríamos hacer algo esta noche, la próxima semana o dentro de un mes, nos empeñábamos y lo hacíamos realidad. La Iglesia en Flandes es más antigua que en México, por lo que se han introducido más estructuras y hábitos en las actividades. También tenemos recursos limitados, especialmente en cuanto a personas”. Y añade que “la Iglesia necesita nuevas fuerzas. Debemos aprender a trabajar con los jóvenes en la Iglesia, porque ellos están allí. No tiene que ser difícil, solo tenemos que estar donde están los jóvenes, ir hacia ellos. Como nosotros mismos, como cristianos que compartimos la fe y la vida”.

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