Tres historias de misioneros en África

Tres historias de misioneros en África

  • On 25 de marzo de 2021

OMPRESS-ITALIA (25-03-21) Con motivo de ayer en la Iglesia italiana de la Jornada de los Misioneros Mártires, en el aniversario del asesinato de San Óscar Romero, Popoli e Missione, la revista de las Obras Misionales Pontificias de Italia, publicaba la historia de tres misioneros combonianos en África, fallecidos en la misión.

Es la historia de tres misioneros italianos, víctimas recientes de la pandemia, mientras intentaban llevar ayuda a los más pobres en Mozambique, Malawi y Uganda. Vidas enteramente gastadas con generosidad por amor al prójimo y al Evangelio. Son misioneros que lucharon junto a los enfermos y murieron de covid y que se encuentran entre los mártires de hoy, como el Papa Francisco los ha calificado en repetidas ocasiones.

El padre Giocondo Pendin, misionero comboniano de Villaverla en la provincia de Vicenza, fue enterrado en Matola en Mozambique donde murió el 9 de marzo a causa del covid. Hijo de una familia numerosa, con siete hermanos (de ellos tres combonianos como él: Celina y los mellizos Rinaldo y Sergio), el padre Giocondo estuvo en Mozambique durante los difíciles años de la transición a la independencia de la ex colonia portuguesa. Después de una vida en África en medio de mil dificultades, no pudo vencer al virus, él que había logrado incluso sobrevivir a un ataque, en el que recibió un disparo de bala que le atravesó el cuello. Afortunadamente, la bala no había tocado la médula espinal y después de una larga rehabilitación volvió a sus actividades, entre ellas completar la traducción al idioma local Cindau de la Biblia, que le llevó cinco años.

El padre Giuseppe Giannini, a quien todos llamaban Pino, también comboniano, que llevaba más de la mitad de su vida en Malawi, 40 de sus 73 años, falleció el pasado 2 de febrero en Lusaka, la capital de Zambia. Era un buen hombre, amado por la gente, con una gran sonrisa que iluminaba su rostro, aun cuando compartía plenamente las dificultades del sufrimiento. Así lo recuerda su hermano Antonio Guarino, él también misionero, en un vídeo: “Fue un gran misionero, muy conocido y querido por el clero local. Durante el último mes, nos hemos estado enviando mensajes de texto todos los días. La misión también exige estos mártires: los más expuestos somos nosotros que estamos con la gente. No nos quedamos mirando, nos preocupamos por ellos”. El padre Guarino habla desde Lusaka, epicentro del contagio que ha afectado a más de 84 mil personas en el país con un saldo oficial de 1.164 muertos. Habla de la falta de instalaciones médicas y medios de tratamiento ante la segunda ola del virus agravada por la denominada “variante sudafricana”.

El hermano Elio Croce estaba en Uganda con el pueblo Acholi. Tenía 74 años y murió en Kampala el pasado 12 de noviembre, tras sobrevivir a la epidemia de ébola del 2000. Este misionero del Trentino italiano, llegó a África en 1971, tras graduarse como experto en mecánica. La primera parada de lo que serían 45 años en Uganda fue en el pequeño hospital de Kitgum donde fue director técnico; en 1985 se trasladó al centro médico de Lacor y luego en 1986 a la pequeña ciudad norteña de Gulu. En todas partes se dedicó al pueblo Acholi, vagando por los senderos de la sabana para construir hospitales, pozos, cultivos agrícolas. Siempre llevaba consigo las herramientas esenciales para salir de cualquier situación. Nada lo detenía, ni siquiera en los años más difíciles de la guerra de guerrillas, cuando los rebeldes de Joseph Kony, líder del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) sembraban el pánico en las aldeas asaltando y matando a cualquiera, incluso a los niños que se negaban a ser reclutados como soldados. El hermano Elio no tenía miedo, su misión era precisamente defender a los débiles, proteger a los pequeños del secuestro, a las niñas de la violencia de los rebeldes, a las aldeas de las incursiones. Cargó a heridos en su viejo Toyota siempre sucio de tierra roja, acogía a los pequeños huérfanos en la casa St Jude, junto a la Consolation Home para pequeños minusválidos, la granja de Lacor, estructuras construidas en su mayor parte bajo su dirección técnica.

 

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