Pascua desde Tigray: los pequeños Cristos de una guerra civil

Pascua desde Tigray: los pequeños Cristos de una guerra civil

  • On 6 de abril de 2021

OMPRESS-ETIOPÍA (6-04-21) La hermana Laura Girotto vive la misión en Tigray, donde durante meses han imperado la violencia, los enfrentamiento y la destrucción. Desde allí, a pesar de todo, felicita la Pascua, una oportunidad para aprender “a transformar la miseria en misericordia”.

En esta zona de Etiopía, sacudida por una guerra civil, seis millones de personas sufren violencia, destrucción, en medio del silencio del resto mundo. “El covid es sólo uno de los problemas, y ni siquiera el peor”, dice la misionera salesiana Laura Girotto al Sir, la agencia de noticias de la Conferencia Episcopal Italiana. Como símbolo de lo que ocurre la hermana ofrece la imagen de un niño de su misión, que perdió una mano a causa de una bomba encontrada entre los desechos mientras buscaba comida. Uno de los muchos pequeños Cristos que viven esta Pasión sobre su propia piel.

“Desear ‘Felices Pascuas’ parece ingenuo y fuera de lugar, sabiendo que la Pascua significa novedad de vida redescubierta, olor de Resurrección”. En Tigray, en cambio, impera la guerra desde principios de noviembre del año pasado, “una de las muchas ‘guerras pequeñas’ que parecen no merecer atención, olvidadas por los periódicos y la televisión, pero que involucra a 6 millones de personas, matando miles de vidas inocentes”, dice la hermana. El enfrentamiento entre el ejército federal etíope y las fuerzas de la región de Tigray, en el norte del país, ha desencadenado una emergencia humanitaria con miles de personas desplazadas.

La hermana Laura Girotto, que ha vivido la misión en Egipto, Siria, Líbano, República Democrática del Congo, está desde 1993 en Adwa, en Tigray, en la frontera con Eritrea, una de las zonas más pobres y desheredadas del mundo. Aquí, en 1994, la hermana Laura fundó la misión llamada “Kidane Mehret”, que en el idioma local Ge’ez significa el “velo de la Misericordia”, según la tradición etíope de que Jesús prometió a su madre perdonar los pecados de quienes buscaran su intercesión.

En una carta de la hermana, distribuida por la asociación “Amici di Adwa”, que siempre ha estado al lado de la misionera para apoyar sus proyectos, la misionera cuenta lo que sucede en esa franja de tierra: “Bajo el bombardeo de drones, tanques, armas pesadas, miles de soldados han destruido hospitales, escuelas, fábricas, aeropuertos, monasterios y mezquitas. Las cosechas, listas para la siega, han sido incendiadas. La electricidad, las comunicaciones, el suministro de agua y el transporte totalmente bloqueados. Violencias de todo tipo, violación de mujeres y niñas, fusilamiento indiscriminado de civiles, incluidos niños, saqueos de casas, comercios, oficinas e instituciones. Por eso el covid aquí es sólo uno más de los problemas, y ni siquiera el peor”. Pero “por una gracia que ni siquiera nosotros sabemos explicar”, dice sor Laura, “la misión, el hospital y nuestra gente no se han visto afectados. Sufren el terror que une a todos, pero los asistimos lo mejor que podemos. A pesar de todo, envío mis mejores deseos para una Pascua tranquila, con la certeza de que Dios permanece fiel al sobrenombre que ha elegido y que recordamos especialmente en Navidad: Emmanuel, Dios con nosotros”.

La asociación “Amigos de Adwa” hacía público un vídeo, que muestra a un niño de la misión que, escarbando en la basura en busca de comida, encontró una bomba que le hizo explotó en la mano. “Un pequeño Cristo Crucificado – lo define sor Laura – acostado en una mesa de operaciones antes de ser operado; es uno de los muchos pequeños Cristos que en estos días lamentablemente en Adwa, en Etiopía, en Tigray, están sufriendo una Pasión que parece no tener fin, una Cuaresma continuada”. Una Cuaresma, que, “sin embargo, estamos seguros, terminará en la fiesta de la Resurrección”. Por eso debemos aprender “a transformar la miseria en misericordia. Redescubramos el absurdo del amor, el que empujó al Hijo de Dios a convertirse en uno de nosotros, a morir en la Cruz por cada uno de nosotros. Para luego resucitar y así comenzar la primera Pascua, la fiesta de la Vida victoriosa sobre la muerte y el dolor”.

 

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