Misioneros asesinados en el 2022, una memoria agradecida

Misioneros asesinados en el 2022, una memoria agradecida

  • On 9 de enero de 2023

OMPRESS-ROMA (9-01-23) Según la información que recoge la Agencia Fides al finalizar cada año, han sido 18 los misioneros asesinados en el 2022. Una lista que se elabora desde los años ochenta y de cuyo testimonio de vida y de entrega surge que sus muertes tuvieron lugar en medio de la cotidianidad de su vida y de sus trabajos apostólicos. Testigos que no hacen recriminaciones, no reprochan su destino a los demás, como si fuera una maldición. No han buscado el martirio, no son heraldos de la obstinación religiosa. Son testigos, que dan testimonio de la obra asombrosa y gratuita que Jesús y su Espíritu han realizado realmente en sus vidas.

Este 2022 han sido 12 sacerdotes, 1 religioso, 3 religiosas, 1 seminarista, 1 laico. El desglose continental muestra que el número más alto se registra en África, donde 9 misioneros fueron asesinados (7 sacerdotes, 2 religiosos), seguida de América Latina, con 8 misioneros asesinados (4 sacerdotes, 1 religioso, 1 religioso, 1 seminarista, 1 laico) y luego de Asia, donde un sacerdote fue asesinado. En los últimos años, África y América se han alternado en el primer puesto de este trágico ranking: de 2011 a 2021 durante 8 años América y durante 3 años África (2018, 2019, 2021). África también ha encabezado de manera muy temprana la lista de este 2023, con el asesinato, otra vez a manos de terroristas, de un sacerdote en Burkina Faso el pasado 2 de enero. Desde 2001 hasta 2021, el número total de misioneros asesinados es de 526.

Desde hace unos años, la lista anual de Fides no solo se refiere a los misioneros ad gentes en sentido estricto, sino que busca registrar a todos los cristianos católicos comprometidos en alguna actividad pastoral, que murieron de manera violenta, aunque no expresamente “por odio de fe”. Por eso es preferible no utilizar el término “mártires”, salvo en su acepción etimológica de “testigos”. Los escasos datos sobre la vida y las circunstancias que provocaron la muerte violenta de estos 18 misioneros y misioneras ofrecen imágenes de la vida cotidiana, aunque en contextos particularmente difíciles, marcados por la violencia, la pobreza, la falta de justicia y el respeto por la vida humana. Otras personas que estaban con ellos, a menudo han compartido la misma suerte que los misioneros. Sacerdotes asesinados mientras iban a celebrar la Misa con la comunidad que dirigían, para partir ese pan y consagrar ese vino que habría sido alimento y vida para tantos fieles. Una religiosa médica, asesinada estando de servicio en el centro de salud de la diócesis, dispuesta a salvar la vida de otras personas, y quién sabe cuántas ya había salvado en el pasado. Una monja asesinada durante un asalto a la misión: en lugar de pensar en salvar su propia vida, se preocupó de ir a verificar que estaban a salvo las niñas acogidas. Otro laico, trabajador de pastoral, asesinado cuando se iba a la iglesia para dirigir una liturgia de la Palabra con los fieles de la zona, que carecían de sacerdote.

“Oderunt me gratis”, me odiaron sin razón, salmo 69. En todo sufrimiento apostólico hay un misterio de participación y conformación a la pasión de Jesús, incluso en la brutalidad totalmente inmotivada de tantas muertes misioneras, hay una huella del hilo de oro que une sus vidas a la Pasión y Resurrección de Cristo.

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