Jornada Mundial de los Pobres: gritar, escuchar, liberar

Jornada Mundial de los Pobres: gritar, escuchar, liberar

  • On 16 de noviembre de 2018

OMPRESS-ROMA (16-11-18) Este domingo 18 de noviembre se celebra la segunda Jornada Mundial de los Pobres, una iniciativa del Papa Francisco, que este año ha querido que lleve como lema “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”. Esta segunda edición añadirá a esta jornada una nueva dimensión. Doce diócesis, de los cinco continentes, se convertirán en abanderadas de esta jornada, organizando eventos con y para personas en situación de exclusión o precariedad. En el Vaticano, el Papa celebrará una misa en la Basílica de San Pedro en Roma antes de almorzar en el Salón Pablo VI con cientos de personas en situación de pobreza.

En su mensaje para esta jornada el Papa Francisco ha querido comentar los tres verbos del salmo bíblico del lema: “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”. Son tres verbos que, según el Papa, describen “la actitud del pobre y su relación con Dios”. Ante todo, “gritar”. Y se pregunta: “¿Qué expresa el grito del pobre si no es su sufrimiento y soledad, su desilusión y esperanza? Podemos preguntarnos: ¿Cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no consigue llegar a nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles?”.

El segundo verbo, explica el Santo Padre, es responder: “La Jornada Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de cualquier lugar para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío. Probablemente es como una gota de agua en el desierto de la pobreza; y sin embargo puede ser un signo de cercanía para cuantos pasan necesidad, para que sientan la presencia activa de un hermano o una hermana”.

Por último está el “liberar”. Y es que, como señala el Papa Francisco, “la salvación de Dios adopta la forma de una mano tendida hacia el pobre, que acoge, protege y hace posible experimentar la amistad que tanto necesita. A partir de esta cercanía, concreta y tangible, comienza un genuino itinerario de liberación: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 187)”.

Concluye su mensaje recordando que “los pobres nos evangelizan, ayudándonos a descubrir cada día la belleza del Evangelio. No echemos en saco roto esta oportunidad de gracia. Sintámonos todos, en este día, deudores con ellos, para que tendiendo recíprocamente las manos unos a otros, se realice el encuentro salvífico que sostiene la fe, vuelve operosa la caridad y permite que la esperanza prosiga segura en su camino hacia el Señor que llega”.

 

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