Alerta máxima pero también esperanza

Alerta máxima pero también esperanza

  • On 24 de abril de 2020

OMPRESS-MOZAMBIQUE (24-04-20) La agencia SIR, de la Conferencia Episcopal Italiana, se ha puesto en contacto con el sacerdote Maurizio Bolzon, misionero en Beira, Mozambique, donde las cifras de contagios de coronavirus son bajas, pero las previsiones son alarmantes. La periodista de esta agencia, Patrizia Caiffa, recuerda que el número de muertes causadas por Covid-19 en África ha aumentado a 1.197 en las últimas horas, con más de 23.000 casos registrados en 52 países. En Mozambique, se han registrado 39 casos hasta el momento, 8 recuperados y ninguna muerte, pero las previsiones del gobierno son alarmistas.

Esta es la situación en Mozambique, uno de los países africanos más pobres del mundo, con 30 millones de habitantes y muchos problemas sociales y políticos. Mozambique ha estado en estado de emergencia desde abril. Las escuelas y lugares de ocio se han cerrado. Todos los eventos y reuniones están prohibidos, la emisión de visas ha sido suspendida. Aunque el gobierno comenzó tranquilizando a la población sobre su capacidad para manejar la situación, de repente el gobierno ha adoptado una actitud diferente, prediciendo 20 millones de infecciones en los próximos seis meses, y solicitando a la comunidad internacional 465 millones de euros para hacer frente a la emergencia Covid-19. Una ONG mozambiqueña lo acusó de difundir un “escenario alarmista” para atraer ayuda y fondos internacionales para otros fines. “Estas son cantidades enormes que ni toda África, a través de la Unión Africana, hubiera soñado pedir”, comentó a SIR Maurizio Bolzon, sacerdote misionero de la diócesis italiana de Vicenza, desde su cuarentena en Beira. El misionero es párroco, junto con dos compañeros venecianos, en uno de los barrios más pobres de la ciudad de Beira. Fueron invitados hace tres años por el arzobispo Claudio Dalla Zuanna, un misionero dehoniano de Vicenza.

El misionero expresa su preocupación pero también tiene esperanza. En Beira todavía hay mucha gente en la calle y circulan vehículos. La invitación a evitar encuentros es un comportamiento incomprensible para la cultura africana, acostumbrada a una sociabilidad muy intensa. Todas las casas en los suburbios son chozas pequeñas y muy calientes. La vida tiene lugar al aire libre. El gobierno pidió, sin éxito, que solo 4 personas se subieran a las camionetas de 12 plazas, en las que normalmente se suben 20. Ha llevado a un levantamiento popular. A cambio, se ha decretado la obligación de usar máscaras en el transporte público.

“La lenta propagación del virus no debe llevarnos a bajar la guardia”, observa el misionero.” Por supuesto, vivimos en una realidad muy diferente de la que se manifestó en Italia y en Europa”. Junto con la Iglesia local, Don Bolzon comparte el análisis de Rino Scuccato, un médico de Piacenza que vive en Mozambique. Según este médico, es cierto que las pruebas son pocas para comprender la progresión del virus, pero si hubiera casos llamativos de Covid-19, se sabría, porque no pueden confundirse con otras muertes. “El hecho de que en nuestras ciudades todavía no se alcen gritos, – coincide el misionero – significa que en estas tierras está sucediendo algo distinto”.

También hay un par de conflictos en Mozambique: en el norte, en Cabo Delgado, grupos armados de origen incierto han estado atacando pueblos, iglesias y mezquitas durante dos años, matando en represalia a jóvenes que se niegan a alistarse en los rebeldes. Alrededor de 200.000 personas han huido de una aldea a otra para escapar de la violencia. Además, hay malaria, cólera y ahora el riesgo de Covid-19. El obispo de Pemba, Mons. Luiz Lisboa, pidió ayuda hace días: falta comida, ropa, las casas destruidas por la violencia de los grupos armados deben ser reconstruidas. Y en el centro del país, otro conflicto, el partido de la oposición no reconoció al líder actual, una parte se separó de él y no entregó las armas. Los rebeldes continúan lanzando ataques armados en el transporte público, con muertes en las calles y personas que huyen.

Toda la Iglesia en cuarentena. Como precaución, la Iglesia Católica de Mozambique ya ha estado observando las medidas preventivas necesarias desde el 21 de marzo: todas las celebraciones, reuniones, confesiones, peregrinaciones, catequesis, coros, funerales, clases en las escuelas han sido suspendidas. En cuarentena todos en los seminarios, conventos y casas de formación. La Pascua tuvo lugar a puerta cerrada y se transmitieron misas en las estaciones de radio católicas locales. Ningún misionero en Beira quiso regresar a su país de origen. Todos optaron por permanecer cerca de la población. Pero están preocupados porque son conscientes de los riesgos a los que se enfrentan, dadas las malas condiciones de salud pública y la pobreza generalizada: “El 88% de los mozambiqueños viven de trabajos informales de todos los días, sin ningún tipo de garantía y deben salir de casa para comprar la comida del día”.

“África está reaccionando de manera diferente a Europa”, observa el padre Bolzon. De hecho, las cifras confirman que el número de muertes causadas por Covid-19 en África, hasta el 22 de abril, ha aumentado a 1.197 en las últimas horas, con más de 23.000 casos registrados en 52 países. Por el contrario, la Organización Mundial de la Salud insiste en que tenemos que prepararnos para lo peor. “¿Pero quién sabe dónde está la verdad? ¿Tenemos que prepararnos para lo peor o hay algún factor en África que sea menos trágico de lo esperado?”. “Estoy convencido”, afirma, “de que Dios velará de modo especial por esta gente y esta tierra, donde el recurso a la salud pública está más o menos cerrado. Donde el hombre que no puede confiar en la medicina alza los ojos al cielo”.

 

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